Después de unos meses en los que parece que el sol ayuda al acné, es habitual que las pieles grasas puedan experimentar un empeoramiento.
De hecho, tras las vacaciones, son frecuentes las consultas dermatológicas y en la farmacia por un brote de acné o la aparición de lo que se describe como ‘granitos por el sol’. Se trata, en efecto, del llamado ‘efecto rebote del acné’.
Lo cierto es que la relación entre el acné y el sol es compleja. Principalmente, porque la exposición solar puede ejercer un efecto positivo sobre las lesiones acneicas y, al mismo tiempo, ser un factor desencadenante o agravante de esta enfermedad de la piel.
En ese sentido, hay diferentes razones que explican por qué mejora el acné en verano. En primer lugar, la radiación ultravioleta ejerce una acción antibacteriana y antiinflamatoria. Asimismo, el sol tiene un efecto secante, al igual que el agua del mar.
De este modo, la realidad es que, en determinados casos, ciertamente el sol ayuda al acné al disminuir y prevenir la aparición de imperfecciones. Además, con la piel bronceada, las manchas de acné y cicatrices se atenúan.
No obstante, se puede producir un efecto rebote del acné tras las vacaciones o acné por sol por diferentes causas.
¿Por qué el sol empeora el acné?
Hay que tener en cuenta que, con la exposición solar, la capa córnea – la capa cutánea más externa de la piel – se engrosa para protegerse de la radiación. Como consecuencia, los poros pueden obstruirse fácilmente.
Así pues, cuanto menor haya sido la protección solar, más gruesa se hará la piel. Por tanto, más posibilidades de que aparezcan lesiones de acné en verano o tras las vacaciones.
También, cabe decir que las pieles grasas no siempre utilizan un protector solar para piel con acné. Es decir, sin aceites (oil-free) y con sustancias activas para controlar esta afección dermatológica.
Por tanto, el uso de fotoprotectores inadecuados también está relacionado con este tipo de acné causado por el sol.
Al mismo tiempo, el aumento de la humedad y el sudor en verano pueden contribuir a una mayor presencia de las bacterias que participan en la aparición de espinillas y otras imperfecciones.
Finalmente, a veces no es tanto el hecho de que el sol empeora el acné, sino que hay un abandono de la rutina de cuidados habitual durante el periodo estival. A menudo, provocado por la mejoría que puede experimentar la piel y la creencia de que, efectivamente, el acné se va solo con la ayuda del sol.
Tratamiento del acné: curar y prevenir las lesiones
No hay que olvidar que, la gravedad del acné reside, sobre todo, en su capacidad para causar cicatrices permanentes en la piel. También, en el impacto que puede tener en la autoestima de quienes lo sufren.
Sobre todo, porque las lesiones acneicas suelen localizarse principalmente en el rostro.
Por esta razón, es fundamental tener en cuenta todas las particularidades de esta afección dermatológica para poder seguir el tratamiento para el acné más adecuado que ayude a curar las lesiones activas y a prevenir la aparición de nuevas imperfecciones.
En ese sentido, cabe recordar que se trata de una enfermedad de la piel en la que pueden estar implicadas diferentes causas.
De este modo, se sabe que hay un componente hereditario en el acné. No obstante, hay otros muchos factores asociados a su aparición.
En el caso del acné por sol, conocido médicamente como acné veraniego, acné estival o de Mallorca, se trata principalmente de la exposición solar. Por eso, ante un brote de acné tras las vacaciones, esta podría ser una de las posibles causas.
No obstante, esta afección dermatológica suele tener un origen multifactorial. Por tanto, puede deberse también a la actividad hormonal, el estrés, unas glándulas sebáceas hiperactivas, la acumulación de células muertas en la piel, la presencia de ciertas bacterias en los poros, la irritación cutánea o el consumo de ciertos fármacos, entre otros factores.
De ahí la importancia de que, en caso de sufrir cualquier tipo de acné, se acuda siempre al dermatólogo para que este pueda hacer un diagnóstico minucioso y prescribir el tratamiento más indicado en cada caso.
Es decir, hay que consultar con el especialista tanto en caso de lesiones comedogénicas (puntos negros o blancos), como papulosas o pustulosas (espinillas), inflamatorias (con nódulos o quistes) o cicatrices del acné.
Además, aunque se trata de una afección especialmente común durante la adolescencia, hay que tener en cuenta que esta puede perdurar o aparecer pasada la veintena. Es lo que se conoce como acné adulto o tardío y suele afectar principalmente a las mujeres.
En cuanto al propio tratamiento para el acné, antes que nada es fundamental incorporar unos hábitos de higiene facial e hidratación que incluyan cosméticos específicos para pieles acneicas.
Asimismo, se recomienda el uso frecuente de agentes exfoliantes o de efecto peeling para impedir el engrosamiento de la piel y la acumulación de células muertas.
A partir de ahí, y en función de la gravedad del acné y sus particularidades, el dermatólogo también puede considerar conveniente la utilización de medicamentos tópicos o sistémicos o una combinación de ambos.
Autor: Laboratorios Viñas, departamento científico.
García, M. & Cremades, D. Acné [en línea]. Fundación Piel Sana. Academia Española de Dermatología y Venereología, 2016. <https://fundacionpielsana.es/wikiderma/acne>
Lemmel, J. Acné [en línea]. Offarm, Vol.26. Núm. 8., 2007. <https://www.elsevier.es/es-revista-offarm-4-articulo-acne-13109816>
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