¿Qué es mejor para la artrosis: frío o calor?

Es frecuente tener la duda de si, en el caso de sufrir artrosis, el frío o el calor pueden ayudar a aliviar el dolor en las articulaciones y los demás síntomas que la acompañan.

La crioterapia (aplicación de frío con fines terapéuticos) es quizás la terapia con agentes físicos más conocida, ya que es la que se emplea como herramienta de primeros auxilios ante un golpe o una lesión muscular

Esto se debe a que la aplicación de frío permite inhibir la hemorragia interna que ocurre en estos casos, además de disminuir la inflamación y el dolor.

Es decir, por lo general, la crioterapia está indicada en la fase aguda (las primeras 48-72 horas) de las lesiones en los tejidos blandos (músculos, tendones, ligamentos, etc.).

La artrosis, en cambio, es una enfermedad degenerativa que afecta a las articulaciones. Es decir, es una lesión en los huesos que suele desarrollarse con lentitud y el daño empeora con el paso de los años.

Además, cursa con síntomas distintos a los de las lesiones musculares o tejidos blandos.

En ese sentido, la rigidez es una de las molestias más características que experimentan las personas con artrosis. Esta suele ser más notoria al despertar o después de estar inactivo (por ejemplo, tras permanecer sentado o tumbado por un tiempo, al mirar la televisión, ir al cine, leer un libro, etc.).

Otro síntoma particular en la artrosis es la pérdida de flexibilidad de las articulaciones afectadas. Es decir, no poder mover la articulación en todo su rango de movimiento.

Por todo ello, no debería tratarse de la misma forma que las lesiones musculares o en tejidos blandos. Como consecuencia, el frío para la artrosis no es, por lo general, lo mejor para aliviar el dolor y los demás síntomas.  

La termoterapia mediante calor, en cambio, ayuda a reducir la rigidez articular y aumenta la movilidad de las articulaciones.

Esto se debe a que el calor aumenta la elasticidad y plasticidad de las fibras de colágeno de las articulaciones.

Así pues, no solo es bueno el calor para la artrosis, sino que la termoterapia debería considerarse siempre en el plan terapéutico de cualquier persona afectada por esta enfermedad articular.  

De hecho, los propios fisioterapeutas la emplean en diferentes tratamientos de prevención y rehabilitación para la artrosis.

Los diferentes tratamientos con calor para la artrosis

La aplicación de frío y calor para el tratamiento del dolor cuenta con muchos beneficios porque consiste en terapias que, bien empleadas, consiguen una mejoría sin las contraindicaciones y los efectos secundarios que pueden tener otras opciones terapéuticas.   

Esto es especialmente importante en el caso de enfermedades como la artrosis, las cuales constituyen una causa frecuente de dolor crónico en las personas de la tercera edad.

Este grupo poblacional puede sufrir más de una enfermedad al mismo tiempo y estar polimedicada. De este modo, encontrar alternativas efectivas no farmacológicas para el dolor es muy beneficioso para su salud y bienestar en general.

En ese sentido, existen diferentes maneras de integrar la termoterapia en las medidas para prevenir y reducir el dolor articular. 

En general, es especialmente beneficioso el calor húmedo que se puede conseguir mediante la aplicación de compresas con agua caliente o baños de parafina.

No obstante, también pueden resultar de ayuda el uso de parches o compresas de calor, así como las esterillas eléctricas.

La recomendación general para el uso del calor en la artrosis sería aplicar el método de termoterapia elegido en periodos de 20 minutos.

En el caso de los baños de parafina para la artrosis, estos están especialmente indicados cuando las articulaciones afectadas están en las manos, las muñecas, los pies y los tobillos.

Este método de termoterapia consiste en sumergir el área afectada en un tanque de parafina durante unos segundos y repetir el proceso hasta que se forma una capa gruesa. A continuación se recubre la zona con una bolsa de plástico y una toalla, y se mantiene cubierta durante 15 minutos.

Una alternativa al tratamiento con parafina para la artrosis de manos y pies son los baños termales que pueden realizarse en casa.

El calor para la artrosis, sobre todo el calor húmedo, consigue reducir el dolor y minimizar los síntomas que provoca esta enfermedad de las articulaciones.  

Estos baños termales consisten en disolver, en agua caliente, productos específicos para articulaciones entumecidas y con rigidez.

Estas soluciones suelen llevar activos calmantes y revitalizantes como el sulfato de magnesio y extractos de plantas como la tila, la caléndula o la manzanilla.

Se aconseja realizar estos baños de manos para artrosis nada más levantarse por la mañana (que es cuando suele haber más dolor y rigidez) y antes de acostarse por la noche.

Paralelamente, también se puede masajear la articulación y la musculatura de alrededor con cremas que incluyan componentes naturales con propiedades relajantes y descongestivas. Son las conocidas como cremas rehabilitadoras, porque permiten, a través de su aplicación mediante masaje, movilizar las articulaciones y mejorar su flexibilidad y elasticidad.

El extracto de árnica es habitual en este tipo de productos naturales para las molestias articulares, así como la caléndula o la manzanilla.

En ocasiones pueden prescribirse medicamentos tópicos para el tratamiento de la artrosis. Estos deben aplicarse igualmente mediante un masaje y suelen incorporar principios activos como el salicilato de metilo, el mentol, el ácido salicílico, el alcanfor y el nicotinato de metilo. 

Por su parte, el uso de capsaicina tópica (un extracto de la guindilla) sobre la articulación afectada también podría ayudar a mejorar el dolor por artrosis.

¿Cuándo aplicar frío para la artrosis?

El calor para la artrosis es, en general, la mejor opción para la prevención y el tratamiento de esta enfermedad degenerativa.

Sin embargo, hay ocasiones en las que el frío puede resultar de ayuda.

La artrosis es una enfermedad reumática que puede presentarse con brotes inflamatorios intensos. Esto es habitual, por ejemplo, en el caso de la artrosis de manos y el dolor de rodilla causado por esta enfermedad.

De ser así, aplicar frío local mediante compresas o bolsas de frío o hielo ayuda a reducir la hinchazón y mitigar el dolor.  

Paralelamente, hay estudios que muestran que la aplicación de masajes con hielo mejora la fuerza muscular de la pierna y la amplitud de movimiento de la articulación, entre otros beneficios, en personas con artrosis en la rodilla.

Así pues, la crioterapia resulta útil cuando se presenta un brote de artrosis y podría ser beneficiosa también en algunos casos concretos.

Artrosis y frío

Existe la creencia de que el frío es malo para la artrosis. Esto se debe a que algunas personas refieren mayor rigidez y dolor durante los meses invernales.

Lo cierto es que sí existe una relación entre artrosis y frío. Concretamente, las bajas temperaturas pueden empeorar los síntomas de la enfermedad.

Esto se debe a que el frío tiene un efecto vasoconstrictor. Es decir, provoca un estrechamiento de los vasos sanguíneos y, por tanto, una disminución del flujo de sangre.

Como consecuencia, hay una menor irrigación en los músculos articulares y esto se traduce en dolor y pérdida de movilidad.