La aplicación de frío y calor suele formar parte del abordaje terapéutico del dolor. Sobre todo, en el tratamiento de las lesiones musculares, las tendinopatías y el dolor articular.
De hecho, el uso de la crioterapia (aplicación de frío con fines terapéuticos) y la termoterapia (aplicación de calor con fines terapéuticos) se remonta a la antigüedad y su efecto analgésico ha sido ampliamente estudiado. El problema es que, ante una lesión o una dolencia, muchas veces se desconoce si es mejor aplicar frío o calor.
El frío debe aplicarse ante una lesión nueva, mientras que el calor está más indicado en dolencias crónicas.
Por lo general, hay que aplicar frío en las primeras 72 horas después de una lesión muscular una tendinopatía o un episodio agudo de dolor articular. Es solo a partir del cuarto día cuando se debería empezar con baños de contraste (calor / frío) o métodos de termoterapia.
No obstante, ante un dolor de espalda (cervicalgia, dorsalgia o lumbalgia), sí debe aplicarse calor desde el primer momento, al igual que pasa con el dolor menstrual.
Por su parte, la combinación de frío y calor suele formar parte de las terapias de rehabilitación tras un esguince o una fractura, mientras que también puede resultar de utilidad para hacer frente al dolor mamario (mastodinia o mastalgia).
Cuando se produce una lesión muscular, generalmente se desgarran también los vasos sanguíneos de la zona. Esto da lugar a una hemorragia que se extiende rápidamente al interior de los tejidos circundantes y los entumece, provocando presión y más dolor y dificultando la cicatrización de las estructuras dañadas.
Lo mismo sucede con las lesiones en tendones, ligamentos, huesos o los tejidos adyacentes de estos elementos del aparato locomotor.
Por esta razón, ante la duda sobre qué es mejor ante la aparición de dolor muscular, si el frio o el calor, la respuesta es el frío.
La crioterapia en la fase aguda de las lesiones musculares permite inhibir y controlar la hemorragia y, por ende, facilita su rehabilitación. De hecho, la aplicación de frío de forma inmediata puede llegar a ser uno de los factores más determinantes en la recuperación de las lesiones de los tejidos blandos.
El frío también ayuda a mitigar el dolor y el espasmo muscular que suele acompañar las lesiones; reduce el flujo sanguíneo capilar, lo que disminuye la inflamación; y previene la extensión del tejido lesionado por falta local de oxígeno.
Entre los diferentes métodos de crioterapia, estos son los más frecuentes.
Cabe tener en cuenta que la elección de uno u otro método dependerá de la zona afectada y la profundidad de la lesión.
En ese sentido, puede resultar más cómoda la inmersión en agua con hielo cuando se trata de grandes áreas que no se pueden cubrir fácilmente con compresas o bolsas de tamaño convencional.
Por el contrario, las bolsas o compresas suelen estar especialmente recomendadas en el tratamiento de lesiones más profundas, ya que los sprays de efecto hielo suelen actuar en los tejidos más superficiales.
Otra consideración a tener en cuenta es que, cuanto mayor sea el músculo o la articulación lesionada, más tiempo deberá mantenerse el enfriamiento.
Los métodos de crioterapia tienen el riesgo de provocar quemaduras por frío, por lo que hay que seguir siempre las indicaciones del producto empleado y evitar el contacto directo de las compresas o las bolsas con la piel.
La aplicación de calor en la fase aguda de una lesión provoca que los vasos sanguíneos se dilaten y se interrumpa el proceso de coagulación sanguínea.
Como consecuencia, aumenta la cantidad de líquido en el área lesionada, incrementa el sangrado y se produce una mayor inflamación y presión en los tejidos circundantes. El resultado es un dolor severo y una cicatrización más lenta.
Por todo ello, ante un dolor muscular o una lesión de tejidos blandos, el calor no debe emplearse en la primera fase.
Es una vez superado el riesgo de hemorragia, entre las 48 y las 72 horas iniciales, cuando se puede recurrir a la termoterapia. En este periodo, el aumento del flujo sanguíneo que produce el calor sí resulta beneficioso para el proceso de recuperación.
Asimismo, la aplicación de calor ejerce un efecto muy positivo sobre las fibras de colágeno (tejido conectivo). Concretamente, aumenta su elasticidad y plasticidad, por lo que estas se hacen más extensibles. Esto es especialmente beneficioso antes de iniciar los ejercicios de rehabilitación.
Otras ventajas de la termoterapia es que reducen la rigidez articular y mejoran el espasmo muscular.
La excepción está en el caso de dolor cervical, dorsalgia o lumbalgia, cuando sí debe aplicarse calor desde el primer momento para relajar la musculatura.
El calor también es parte esencial en el tratamiento del dolor articular, sobre todo cuando se trata de dolencias crónicas como la artrosis de manos.
Los principales métodos de termoterapia son los siguientes:
Los métodos de termoterapia también pueden causar quemaduras cuando se utilizan de forma inadecuada, por lo que hay que seguir siempre las indicaciones del producto y respetar los tiempos de aplicación.
En la fase subaguda de una lesión, se puede recurrir a la combinación de frío y calor para el tratamiento del dolor.
Este método se emplea sobre todo antes de iniciar los ejercicios de rehabilitación en los esguinces de tobillo, las fracturas de pie y tobillo y todo tipo de lesiones que cursan con inflamación y edema.
De hecho, en fisioterapia es habitual utilizar los baños de contraste en el momento de retirar la inmovilización de la parte afectada. Estos baños consisten en alternar inmersiones en agua caliente y agua fría.
El frío y el calor también pueden ser eficaces en otras dolencias, como por ejemplo el dolor mamario. En este caso se recomienda utilizar compresas frías y/o calientes, o una combinación de ambas.
Autor: Laboratorios Viñas, departamento científico.
Arenas, J. Crioterapia y termoterapia en las lesiones del aparato locomotor [en línea]. Offarm, 2002. <https://www.elsevier.es/es-revista-offarm-4-articulo-crioterapia-termoterapia-las-lesiones-del-13027036>
Pavez, F.J. Agentes físicos superficiales y dolor: Análisis de su eficacia a la luz de la evidencia científica [en línea]. Revista de la Sociedad Española del Dolor, 2009. <http://scielo.isciii.es/scielo.php?pid=S1134-80462009000300006&script=sci_abstract&tlng=es>
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