Las callosidades son zonas de piel muerta, de menor o mayor grosor, que aparecen en puntos muy concretos del pie cuando la dermis no recibe la correcta irrigación sanguínea por roces o presiones.
Cuando esto sucede, se produce la muerte de las células cutáneas y esto da lugar principalmente a dos tipos de lesiones: las durezas o tilomas, cuando las callosidades son más extensas; y los callos o helomas, cuando son más delimitadas, profundas y concéntricas.
Sin embargo, muchas personas consideran a las durezas en los pies y los callos como algo normal e inevitable, por lo que no hacen nada para prevenirlos ni eliminarlos.
A modo de prevención, es necesario buscar la causa que produce estas callosidades y tratar de corregirla, pues, de lo contrario, con el tiempo podrían aparecer de nuevo e incluso empeorar.
En algunos casos pueden deberse a malformaciones en los pies, pero el principal factor desencadenante de estas lesiones es el uso de calzado inadecuado, al ejercer una presión desmesurada y continuada sobre una zona concreta.
Por esta razón, se desaconsejan los zapatos cuya punta comprima los dedos o que ejerzan mucha presión en alguna parte del pie.
Mientras que las durezas en los pies suelen localizarse en los talones, los callos normalmente lo hacen en la planta o los dedos, como en el caso de los llamados popularmente ojos de pollo o gallo.
Para tratar de prevenir su aparición, se deberían seguir estos consejos:
Sin embargo, una vez aparecen, se deberían tratar las callosidades de los pies del siguiente modo:
En ocasiones, será necesario acudir al podólogo para poder eliminar los callos, especialmente en el caso de las personas diabéticas.
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Autor: Laboratorios Viñas, departamento científico.
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