En ocasiones, las relaciones sexuales provocan molestias e incluso dolor. Es lo que se conoce, en términos médicos, como dispareunia o coitalgia.
Lo cierto es que las relaciones sexuales dolorosas son una afección común entre las mujeres. Concretamente, se estima que podría afectar alrededor del 20% de la población femenina y que existen dos picos de incidencia. El primero, entre los 20 y los 29 años y el segundo, en la menopausia.
No obstante, muchas de las mujeres son aún reacias, por pudor, a compartir este problema íntimo con sus parejas, médicos u otros profesionales de la salud.
El dolor en las relaciones sexuales es una afección común entre las mujeres que puede acabar o disminuir con el abordaje terapéutico adecuado.
Los síntomas de dispareunia pueden ser más o menos graves, pero se caracterizan principalmente por el dolor genital persistente o recurrente que ocurre justo antes, durante o después de tener relaciones íntimas.
De este modo, el malestar puede aparecer durante la penetración, mantenerse durante todo el acto sexual o prolongarse incluso horas después. Asimismo, puede provocar una sensación de ardor.
También, en ciertos casos, se trata más bien de una dificultad a la hora de permitir la penetración del pene, dedo u objeto. Por ejemplo, al intentar colocar un tampón.
A pesar de que tener relaciones sexuales dolorosas puede deberse a diferentes causas, su origen radica principalmente en factores físicos o psicológicos.
Más allá del dolor en sí que provoca, el tratamiento de la dispareunia es fundamental, ya que esta afección puede esconder problemas de salud.
Además, existe la posibilidad de que llegue a inhibir seriamente el deseo sexual, provocando vaginismo y anorgasmia.
Esto, a su vez, tiene un impacto directo en el bienestar íntimo, las relaciones de pareja y la calidad de vida de las mujeres.
Así pues, es importante conocer los pasos a seguir en caso de experimentar dolor en la penetración o debido al acto sexual.
Evitar los agentes irritantes. El uso de cremas, geles u otros productos inadecuados para el cuidado y la higiene de la zona íntima puede alterar la mucosa y causar irritación y sequedad vaginal e incluso dermatitis por contacto.
Asimismo, hay que evitar también las duchas vaginales y una limpieza íntima demasiado agresiva o frecuente.
Aplicar un gel íntimo con ácido hialurónico. El ácido hialurónico ha demostrado mejorar de forma relevante – en torno a un 90% de los casos, según diferentes estudios clínicos – la sequedad vaginal y la dispareunia.
Además, estos geles de ácido hialurónico para la zona íntima tienen la particularidad de que ofrecen una muy buena tolerabilidad y aceptabilidad cosmeto-galénica.
En la elección del mejor gel íntimo con ácido hialurónico hay que fijarse en que este principio activo sea su principal ingrediente.
Usar con prudencia los fármacos para la dispareunia. En ciertos casos, se pueden prescribir medicamentos como antibióticos, antifúngicos, agentes con lidocaína, corticoides tópicos o cremas con estrógenos para el tratamiento del dolor en la penetración o el acto sexual.
Sin embargo, su uso debe ser puntual y limitarse a la pauta recomendada, pues pueden provocar la aparición de otros desórdenes en la mucosa vaginal.
Recurrir a otras terapias complementarias. En casos severos de dispareunia o reticentes a la terapia conservadora, puede ser necesario el tratamiento quirúrgico.
Principalmente, para remover el tejido doloroso y aumentar la amplitud de la apertura o cavidad vaginal.
Por el contrario, cuando se trata de dolor en las relaciones sexuales por causas psicológicas, el abordaje de la dispareunia debería contar con la participación conjunta del ginecólogo y el psicólogo clínico.
Idealmente, la terapia psicológica debería ir dirigida a ambos miembros de la pareja.
Así pues, es posible eliminar o disminuir el dolor en las relaciones sexuales y recuperar el placer sexual.
Pero para ello, es necesario concienciar de que se trata de una afección común entre las mujeres y acabar con el tabú que esta supone.
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Autor: Laboratorios Viñas, departamento científico.
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