La cistitis es la infección del tracto urinario (UTI) más frecuente y consiste en la colonización y multiplicación microbiana de la vejiga, generalmente por parte de la bacteria Escherichia coli (E. coli).
Aunque puede presentarse tanto en hombres como en mujeres, la infección de orina (como se conoce popularmente) afecta sobre todo al sexo femenino. Tanto es así, que se trata de una de las causas más habituales de consulta en Atención Primaria por parte de las mujeres en edad fértil.
El riesgo de cistitis en verano aumenta debido a las altas temperaturas y a la humedad ambiental propias de esta época del año, ya que proporcionan el ambiente idóneo para la proliferación microbiana en el área genitourinaria.
El hecho de permanecer con el bañador mojado por un tiempo prolongado tras los baños en la playa o la piscina, o bien con la ropa interior húmeda a causa del sudor, también favorece la aparición de esta afección.
Es por ello por lo que, con la llegada del verano, es especialmente importante conocer los factores de riesgo para tratar de prevenir la cistitis, así como identificar los primeros síntomas de infección de orina para poder iniciar un tratamiento de forma precoz y evitar complicaciones.
Principalmente, la pielonefritis, que sucede cuando la infección se extiende a uno o los dos riñones.
En la cistitis, la causa más frecuente es la infección por parte de bacterias procedentes de la zona anal o perianal que colonizan la zona periuretral y el vestíbulo vaginal (el orificio externo de la vagina y los labios menores de la vulva).
Desde allí, ascienden por la uretra hasta llegar a la vejiga urinaria, donde se adhieren al endotelio (el tejido que lo recubre) y se multiplican.
Aunque la bacteria E. coli suele ser la principal responsable, a veces la causa de las infecciones de orina son otros microorganismos presentes en la vagina o la piel del área genital.
El hecho de que la cistitis en la mujer sea más frecuente que en los hombres responde a cuestiones principalmente anatómicas.
El tracto uretral es más corto en los genitales femeninos, facilitando la migración de las bacterias y su llegada a la vejiga. Además, la uretra de la mujer está más próxima al ano, lo que facilita la llegada de microorganismos.
Los hombres, en cambio, no solo están más protegidos debido a la anatomía de sus genitales, sino que también las secreciones de la próstata parecen ejercer un efecto antimicrobiano.
En ese sentido, se cree que el antígeno prostático específico (PSA) tendría una actividad protectora frente a las bacterias, específicamente contra la E. coli.
Se estima que más de la mitad de las mujeres van a padecer al menos una infección del tracto urinario a lo largo de su vida y un tercio de estas se diagnostican antes de los 24 años.
Aún así, la sequedad vaginal en la menopausia, la posibilidad de sufrir incontinencia urinaria y los demás cambios que se producen en los genitales de las mujeres en esta etapa también incrementan el riesgo a sufrir este tipo de infecciones.
Entre los factores de riesgo que pueden favorecer las infecciones de orina destacan los siguientes:
Otros factores de riesgo para las infecciones urinarias son tener una predisposición genética, enfermedades como la diabetes o que causen una inmunosupresión, las obstrucciones del tracto urinario, el uso reciente de sondas u otros procedimientos urinarios, la incontinencia urinaria y estar hospitalizado o encamado.
En la cistitis, los síntomas más comunes suelen incluir:
Aún así, a veces las infecciones urinarias pueden ser asintomáticas, como en el caso de las cistitis en el embarazo.
En el caso de infección de orina en ancianos, esta tampoco suele cursar con los síntomas clásicos, sino que puede manifestarse con confusión, mareos, problemas de memoria, delirios, alucinaciones, inquietud y comportamientos extraños.
Las cistitis de repetición son muy frecuentes en las mujeres y pueden deberse a recidivas o reinfecciones.
Las primeras hacen referencia a la recurrencia de la infección debida al mismo microorganismo, en un periodo de tiempo inferior a las seis semanas desde la infección original.
Se entienden como reinfecciones, en cambio, cuando las cistitis se producen por el mismo microorganismo o uno diferente en un periodo superior a las seis semanas desde la primera infección.
Estas suelen estar causadas por la prescripción de antibióticos inadecuados, pautas de tratamiento demasiado cortas, no finalizar el tratamiento o tener alguna anomalía renal.
El tratamiento para la cistitis suele ser muy eficaz para acabar con la infección y prevenir complicaciones graves. Pero para ello es fundamental que se inicie de forma precoz y se sigan las pautas indicadas.
Otros ingredientes naturales que pueden utilizarse como coadyuvantes para el tratamiento de la cistitis son la salvia, la vitamina C y los aceites esenciales (orégano compacto, canela de Ceilán, albahaca y menta piperita).
Si después de iniciar el tratamiento pertinente, los síntomas de infección de orina no remiten o aparecen nuevos (fiebre, vómitos o dolor de espalda) hay que acudir al médico de nuevo.
También deberán estudiarse aquellos casos en los que, a pesar de las medidas preventivas, se siguen produciendo cistitis de repetición.
Autor: Laboratorios Viñas, departamento científico.
Cachafeiro, M.J. Mujer e infecciones genitourinarias [en línea]. Curso Salud de la Mujer. Aula Farmacia, 2021. <https://www.auladelafarmacia.com/salud-de-la-mujer-2a-edicion/>
Alonso, M.J. Cistitis, una infección de alta incidencia [en línea]. El Farmacéutico, 2019. <https://www.elfarmaceutico.es/tendencias/te-interesa/cistitis-una-infeccion-de-alta-incidencia_110166_102.html>
Sueiro, J., Puime, P. et alt. Protocolo de las infecciones urinarias. Infección urinaria en la mujer [en línea]. <https://www.sergas.es/Docs/ProtInfUriAdulto.pdf>
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