El hierro es un nutriente esencial en los lactantes, niños y adolescentes. Por ello, es fundamental asegurar el aporte adecuado de este mineral a través de la dieta. Sin embargo, a veces esto no es posible y se hace necesaria la suplementación con hierro.
El hierro es un mineral básico para el buen funcionamiento del organismo, porque es el responsable de producir las proteínas necesarias para transportar el oxígeno a todos los tejidos. Por eso debemos aportarlo, en las cantidades adecuadas, a través de una dieta equilibrada que incluya alimentos ricos en hierro. Principalmente, carnes, aves, pescados y mariscos.
De no ser así, podríamos tener unos niveles bajos de este nutriente, lo que se conoce como ferropenia, y acabar sufriendo anemia por falta de hierro.
Aunque este déficit nutricional puede darse en diferentes etapas de la vida, es fundamental prevenirlo en prematuros, lactantes, niños en edad escolar y adolescentes. Además, cabe tener en cuenta que, al ser periodos de máximo crecimiento, las necesidades de este mineral están incrementadas.
Los requerimientos de hierro en los bebés
A pesar de que la cantidad de hierro en la leche materna es baja, su biodisponibilidad es alta, de modo que el organismo del bebé puede absorberlo en un gran porcentaje.
Por su parte, aunque contengan una mayor cantidad de este nutriente (7-14 mg/L), la biodisponibilidad de las fórmulas infantiles para lactancia artificial es significativamente menor.
Concretamente, el sistema digestivo del bebé es capaz de absorber el 50% del hierro presente en la lactancia materna, mientras que solo puede hacerlo en un 5% en el caso de las leches infantiles.
Así pues, no es habitual que los recién nacidos, a excepción de los prematuros, desarrollen ferropenia antes de los seis meses. Además, durante este periodo, las necesidades de hierro del bebé se completan movilizando los depósitos de este mineral que han sido adquiridos de la madre durante la gestación.
No obstante, una vez superados estos primeros meses de vida, sí es habitual que los lactantes lleguen con las reservas de hierro al límite.
Por esta razón, se recomienda complementar la lactancia con alimentos ricos en hierro a partir del sexto mes en todos los bebés y de una manera obligada en aquellos que están siendo amamantados. En ese sentido, son sobre todo una importante fuente de hierro las papillas de carne.
El problema es que, en ocasiones, no se podrán conseguir los niveles adecuados de este nutriente tan solo a través de una dieta rica en hierro. Esto suele ocurrir cuando, en el parto, el pinzamiento del cordón umbilical se realizó demasiado pronto o bien si la madre sufrió algún problema durante el embarazo que afectara a sus reservas de este mineral.
También, hay un mayor riesgo de déficit de hierro en el bebé cuando se continúa con la lactancia materna exclusiva más allá de los seis meses, se introduce la leche de vaca en la dieta antes del primer año, la pauta en la introducción de la alimentación complementaria es inadecuada o se trata de bebés poco comedores o que rechazan las papillas que contienen proteína animal.
En estos casos, y después de una valoración médica, se recomendará un aporte extra de 2-4 mg/kg/día a través de suplementos de hierro para bebés a partir de los 4-6 meses de vida, durante un mínimo de 3 meses.
Por su parte, todos los lactantes con más de 6 meses y riesgo de déficit de hierro, deberían recibir una cantidad adicional de 1 mg/kg/día de hierro hasta el año de vida o más según los hábitos dietéticos.
Las necesidades de hierro en los lactantes, niños y adolescentes están aumentadas, por lo que es importante asegurar la cantidad adecuada de este nutriente a través de la dieta.
Causas de la deficiencia de hierro en niños y adolescentes
Una vez superada la lactancia, es habitual encontrarse con niños que son malos comedores, tienen trastornos conductuales de la alimentación o siguen pautas dietéticas con poco aporte de alimentos ricos en hierro. Todo ello puede conllevar a unos depósitos insuficientes de este nutriente.
Asimismo, la entrada en la guardería y el déficit de inmunidad propio de los niños pequeños puede provocar infecciones de repetición que causen una falta de este mineral.
Por su parte, los adolescentes también son un grupo de población en riesgo de deficiencia de hierro al tener un requerimiento importante de este nutriente para poder llevar a cabo la aceleración del crecimiento y los cambios en la composición corporal. En el caso de las chicas, además, las pérdidas menstruales también pueden contribuir a que haya unos niveles insuficientes de este mineral, sobre todo cuando los periodos son abundantes.
Otros factores de riesgo de la ferropenia en adolescentes son unos malos hábitos alimentarios que no aporten la cantidad suficiente de este nutriente, una elevada actividad física o las dietas vegetarianas.
Cuando se sospeche de un posible déficit de hierro en niños o jóvenes, el médico puede recomendar la suplementación de este mineral en las dosis requeridas, aproximadamente unos 9-12 mg/ día, durante el tiempo necesario.
Autor: Laboratorios Viñas, departamento científico.
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