La alopecia por falta de hierro es una pérdida de cabello causada por la deficiencia de este mineral y que puede aparecer antes de que se desarrolle anemia.
De este modo, la alopecia ferropénica o sideropénica constituye un trastorno con entidad propia y previo a la caída de pelo por anemia.
Esta pérdida de cabello por falta de hierro suele empezar como una alopecia difusa. Concretamente, como un efluvio telógeno agudo.
Este tipo de alopecia se caracteriza por una disminución de la densidad capilar llamativa que suele aparecer de 2 a 4 meses después de la causa desencadenante.
No obstante, la alopecia por falta de hierro puede desencadenar o agravar otros tipos de pérdida de cabello: el efluvio telógeno crónico (cuando esta caída del pelo se prolonga más allá de los seis meses), la alopecia androgenética y la alopecia areata.
Es clave actuar con celeridad ante la sospecha de una caída de cabello por falta de hierro.
En primer lugar, para prevenir que la ferropenia progrese a una anemia por deficiencia de hierro, con todo lo que este trastorno implica. Pero también para frenar la pérdida de pelo.
Cabe recordar que la alopecia suele provocar un importante malestar estético en quienes la sufren, por lo que no debe minimizarse.
Aunque la pérdida de cabello por falta de hierro puede afectar tanto a hombres como a mujeres, es más común entre estas últimas.
Esto se debe a que los niveles de hierro en el organismo dependen del equilibrio entre lo que se absorbe y lo que el cuerpo utiliza o pierde.
En ese sentido, las mujeres son más susceptibles a experimentar un desequilibrio sobre todo debido a las pérdidas menstruales. De hecho, la menstruación es una de las causas más frecuentes de falta de hierro en la adolescencia.
También en el embarazo los requerimientos de este mineral están aumentados y no siempre se consigue llegar a los niveles adecuados únicamente a través de la alimentación.
Otra etapa de la vida de la mujer donde es habitual experimentar una deficiencia de hierro es en el postparto. Sobre todo, si la pérdida de sangre durante el alumbramiento ha sido importante y no hay amenorrea durante los primeros meses de maternidad. Es por ello que se suele recomendar la suplementación con hierro durante la lactancia.
Paralelamente, hay que tener en cuenta que las dietas restrictivas o carenciales suelen ser más frecuentes entre mujeres.
Todas estas circunstancias contribuyen a que más de un 20% de la población femenina sufra una deficiencia de hierro durante su etapa reproductiva, según datos de la Organización Mundial de la Salud.
Esto se traduce, por tanto, en un importante porcentaje de mujeres con riesgo a experimentar alopecia por falta de hierro.
La relación entre hierro y caída del cabello está en el papel que ejerce este mineral en la actividad del folículo piloso. Concretamente, el hierro participa en el metabolismo energético, la oxigenación, la proliferación y el crecimiento del cabello.
Por este motivo, cuando existen unas bajas concentraciones de hierro (ferropenia), el ciclo de crecimiento del pelo se altera y produce una caída del cabello muy llamativa.
Unos niveles óptimos de hierro favorecen la actividad normal del folículo piloso y previenen la caída del cabello.
Las personas describen una pérdida de volumen notable que sobre todo se hace evidente al recogerse el pelo con una coleta, o bien porque hay zonas calvas donde se deja entrever el cuero cabelludo.
También es habitual encontrar pelos aislados o mechones en el peine, así como en la ducha, la cama o el sofá.
Esta alopecia por falta de hierro es todavía más alarmante cuando el cabello es largo y oscuro, porque su presencia es más evidente.
La buena noticia es que, a diferencia de las alopecias cicatricales, esta caída del pelo es reversible y limitada en el tiempo cuando se diagnostica y trata a tiempo.
Una vez se corrige la ferropenia, la pérdida de cabello se frenará progresivamente y empezará una fase de crecimiento.
El nuevo pelo que nace suele ser fino y corto, pero poco a poco va recuperando su longitud y tallo habitual.
Todo este proceso suele ser lento y puede durar hasta 12 meses, por lo que no hay que alarmarse si no se nota mejoría antes.
La alopecia ferropénica se resuelve por sí sola cuando la ferropenia se corrige y se mantienen en el tiempo unos niveles de hierro óptimos.
Concretamente, se estima que es necesaria una concentración de ferritina de 50-70 ng/ml para corregir la caída de cabello por falta de hierro.
No obstante, se sabe que cada organismo se adapta a sus niveles de hierro y percibe de forma diferente una disminución en los mismos. De este modo, unos mismos niveles de ferritina en dos personas distintas pueden dar una respuesta biológica diferente a la deficiencia de hierro.
Esto implica que pequeñas desviaciones en la ferritina, consideradas dentro de la normalidad, pueden tener repercusión en la caída del pelo en determinadas personas.
Por tanto, más allá de un estudio analítico completo, la historia clínica y la exploración médica serán claves para el diagnóstico de alopecia por falta de hierro.
Otros síntomas que pueden acompañar la caída de cabello por ferropenia son el cansancio, la dificultad para concentrarse, los cambios de humor erráticos, los trastornos del sueño, los calambres, los dolores de cabeza frecuentes, el tambaleo, las uñas quebradizas y la disminución de la resistencia física.
Una vez diagnosticada esta alopecia, el tratamiento consiste en unas pautas dietéticas que aseguren las cantidades de hierro recomendadas por día, según la etapa de la vida.
Cabe tener en cuenta que las personas vegetarianas o veganas necesitan casi el doble de hierro, porque el cuerpo absorbe mejor el hierro ‘hemo’ (hierro de origen animal) que el hierro ‘no hemo’ (hierro de origen vegetal o alimentos fortificados).
Es habitual que las personas con ferropenia puedan presentar también déficits de zinc, biotina y vitamina B12. De ser así, estas deficiencias deberían cubrirse con mejoras en la dieta.
Paralelamente, se recomienda la suplementación con hierro para tratar la alopecia ferropénica.
Es conveniente que estos suplementos de hierro contengan una cantidad más adecuada (30 mg) que los tratamientos con hierro tradicional orientados a anemia.
En primer lugar, porque previenen una posible toxicidad por un exceso de este mineral. Además, estos tratamientos suelen causar molestias gastrointestinales, por lo que provocan una baja adherencia al tratamiento por tiempos prolongados.
En ese sentido, es interesante que los suplementos de hierro para la caída del cabello tengan una cubierta liposomada, ya que mejoran su tolerabilidad.
Existen otros componentes interesantes en el tratamiento de la alopecia ferropénica. Entre los más destacados, la L-Cistina y la Biotina.
La L-Cistina es un aminoácido azufrado que restaura y vitaliza las estructuras dañadas del folículo piloso, además de reducir la tasa de secreción de sebo.
Por su parte, la biotina es una vitamina que alarga el ciclo capilar, incrementando la fase de anágeno (crecimiento) y reduciendo la fase de telógeno (caída).
Cabe señalar que al mejorar los niveles de ferritina se puede optimizar también la respuesta a otros tratamientos para la alopecia.
Esto es especialmente interesante cuando la alopecia ferropénica va asociada a una alopecia androgenética o areata, cuya evolución puede ser muy variable.
Autor: Laboratorios Viñas, departamento científico.
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