5 consejos para combatir los pies secos

Tener los pies secos es una condición habitual. Esto se debe a que la piel de esta parte del cuerpo no posee glándulas sebáceas, de manera que la película hidrolipídica es menos rica en componentes grasos.

Además, el estrato córneo (la capa más externa de la epidermis) tiene mayor espesor en los pies que en el resto del cuerpo para así amortiguar el continuo roce al caminar.

De este modo, sin los cuidados adecuados, es muy fácil tener los pies secos y agrietados, sobre todo en el área del talón.

Esto suele agravarse con la llegada del buen tiempo, ya que la exposición solar y el contacto constante con el agua salada o el cloro de la piscina pueden provocar una mayor deshidratación. También, el uso de un calzado excesivamente plano, como las sandalias o chanclas, favorece el engrosamiento y la sequedad de la piel. 

Es por ello por lo que el cuidado de los pies en verano es especialmente importante.

Cuando hay mucha sequedad, existe el riesgo de que se formen también grietas o hiperqueratosis (callos y durezas).

Las grietas aparecen cuando la piel de los pies se cuartea, llegando a fracturarse perpendicularmente, y suelen estar localizadas en la zona del talón. De ahí que pies secos y talones agrietados tiendan a coexistir. 

En sus estados incipientes, los talones agrietados suelen provocar básicamente un malestar estético. 

Sin embargo, si no se trata la causa, las grietas pueden hacerse más profundas, ir acompañadas de una sensación dolorosa e incluso llegar a sangrar e infectarse.

Por lo que respecta a las callosidades, son lesiones que aparecen como reacción ante una presión continuada (generalmente, por el uso de un calzado inadecuado).

Cuando esto sucede, la piel reacciona produciendo más queratinocitos (las células cutáneas que producen queratina) en la epidermis de la zona afectada. El resultado es una piel más dura y áspera.

La buena noticia es que, con unos sencillos cuidados diarios, se pueden prevenir y reparar los pies secos.

1. Lavar los pies a diario. El lavado minucioso y diario de esta parte del cuerpo, utilizando agua templada y jabones no excesivamente deslipidificantes, es el primer paso para combatir los pies secos. 
   
   De cara al verano, conviene lavar siempre los pies tras los baños en el mar y la piscina para eliminar los restos de sal o cloro.

2. Utilizar una crema hidratante para pies secos. Es fundamental hidratar esta parte del cuerpo con una crema humectante para pies secos que aporte los lípidos suficientes para recomponer la película hidrolipídica y prevenir la deshidratación.
   
   En ese sentido, la mejor crema para pies secos y agrietados será aquella que incluya principios activos de acción altamente hidratante como la urea, los glicoles, la glicerina y los aceites o extractos vegetales con un alto contenido en vitaminas que nutren la piel. Por ejemplo, la caléndula y la jojoba.
   
   Si ya existen grietas, el uso diario de una crema para pies secos ayudará a su remisión y a evitar la aparición de complicaciones.
   
   Se aconseja realizar la hidratación de esta parte del cuerpo por la noche. Si se hace por la mañana y luego se cubren los pies con calcetines y zapatos, la humectación que proporciona la crema y la posible sudoración puede provocar una maceración de la piel y la aparición de ampollas, mal olor de pies u otros problemas.

Aplicarse diariamente una crema para pies secos ayuda a prevenir la sequedad y el engrosamiento de la piel en esta parte del cuerpo.

De este modo, es preferible aplicar las cremas para pies resecos y agrietados antes de acostarse para que puedan ejercer su función durante toda la noche.

Tampoco se aconseja cubrir los pies con calcetines, a pesar de que existe la creencia de que este hábito ayuda a que el efecto de la crema hidratante para pies secos sea mayor.

Hacerlo provocará más bien lo contrario, porque una parte del producto será absorbida por el tejido de la prenda.

Asimismo, es importante insistir en que la crema para pies secos debe aplicarse únicamente sobre el dorso y la planta del pie, pero nunca entre los dedos para evitar una excesiva humedad en los espacios interdigitales.

Si se utiliza calzado descubierto en verano y se va a permanecer en el exterior por un periodo prolongado, es importante proteger los pies aplicando protector solar en el dorso del pie.

3. Exfoliar la piel seca de los pies. La exfoliación de los pies es importante para eliminar las células muertas que inevitablemente se acumulan en una zona que tiende a engrosarse fácilmente y que está sujeta a condiciones de oclusividad debido al calzado.
   
   Existe una amplia gama de posibilidades para ello, desde las tradicionales cremas exfoliantes a calcetines de tratamiento.
   
   Ingredientes como la urea, habituales en las cremas para pies secos, también tienen la capacidad de promover la descamación cutánea.
   
   De este modo, la aplicación diaria de estos productos ayudará a eliminar las células muertas y a conseguir una mayor hidratación y calidad de la piel de los pies.
   
   Paralelamente, el uso habitual de piedra pómez o limas específicas en las zonas más secas y engrosadas también es de gran ayuda para restablecer el aspecto de la piel, mejorar su flexibilidad y facilitar la penetración de los activos incluidos en las cremas hidratantes para pies secos.

4. Usar un calzado adecuado. Utilizar zapatos que no respeten la anatomía y la funcionalidad de los pies puede provocar un exceso de fricción en determinadas zonas, favoreciendo el engrosamiento de la piel y la aparición de callos y durezas.
   
   De este modo, se debe optar siempre por un calzado cómodo y adaptado a la actividad que se vaya a realizar. 

5. Revisar periódicamente los pies. Dedicar unos minutos a los pies en la rutina de higiene y cuidado diaria, así como examinarlos con frecuencia es la mejor manera de poder detectar precozmente cualquier cambio o lesión que requiera de una valoración médica o podológica.
   
   Es cierto que los pies secos y agrietados suelen provocar, en la gran mayoría de los casos, una mera preocupación estética. Aun así, son síntoma de un cuidado inadecuado y/o hábitos perjudiciales para los pies que deberían valorarse por parte de un profesional.
   
   En ese sentido, se aconseja visitar al podólogo con regularidad, sobre todo si existe una predisposición a tener los pies muy secos.
   
   También hay que acudir siempre al especialista cuando la deshidratación y el engrosamiento de la piel provoquen grietas o callosidades importantes.

Si bien el cuidado de los pies debería ser fundamental para cualquier persona, hay quienes deben prestarle especial atención.

Por ejemplo, las personas que sufren enfermedades metabólicas, ya que estas  patologías pueden afectar el estado de la piel de los pies, disminuyendo la humedad y provocando una mayor deshidratación.

De este modo, las personas con diabetes deben extremar los cuidados en esta parte del cuerpo para prevenir la aparición de lo que se conoce como pie diabético.

Por su parte, los medicamentos para la diálisis o los tratamientos para el cáncer (la quimioterapia y la radioterapia) también pueden provocar una mayor sequedad de la piel y favorecer la aparición de complicaciones en los pies.