Cómo prevenir las infecciones recurrentes en los niños

Las infecciones recurrentes en niños son un motivo de preocupación importante entre los padres y una de las causas más frecuentes de consulta en pediatría.

Aun así, cabe recordar que, durante la primera infancia, los pequeños pueden tener una media de 6 a 8 infecciones respiratorias de vías altas al año, junto a afecciones de otra índole.

Además, si el niño asiste a la escuela infantil, tiene hermanos pequeños o presenta alguna patología crónica, puede llegar a tener hasta 10 o 12 infecciones anuales.

La mayoría de estas infecciones en niños sanos son virales, banales y transitorias, y no hay necesidad de recurrir a tratamiento antibiótico. Los pequeños no presentan síntomas entre cada una de ellas y no se ve afectado su crecimiento y desarrollo.

Sin embargo, existen diferentes medidas en el día a día que pueden ayudar a prevenir las infecciones de repetición.

Es conveniente poder aplicarlas porque, a pesar de que no suelen tener consecuencias a largo plazo, cualquier patología en la primera infancia puede complicarse.

También hay que tener en cuenta que las infecciones recurrentes en niños son causa de absentismo escolar, con el consiguiente impacto en la conciliación familiar y laboral.

En ese sentido, las principales recomendaciones para prevenir dichas infecciones son las siguientes. 

• Lavarse las manos con frecuencia. Es fundamental lavarse bien las manos con agua y jabón después de toser, estornudar, tocarse la nariz y sonarse los mocos para prevenir las infecciones respiratorios en los niños.
  
  También después de ir al baño o cambiar un pañal para minimizar el riesgo de procesos gastrointestinales causados por microbios como la Salmonella o el E. coli.
  
  Otra forma menos obvia de contagio puede ser al manipular alimentos o bebidas. Así pues, hay que lavarse bien las manos antes y después de preparar cualquier comida.
  
  Finalmente, el lavado de manos también puede ayudar a prevenir algunas de las infecciones en la piel más frecuentes en niños como la enfermedad de manos, pies y boca.  

• Extremar la higiene de la casa y la escuela. Los gérmenes de las manos pueden contaminar ciertos objetos, como juguetes, y a través de ellos, transferirse a las manos de otro niño.
  
  De ahí que sea fundamental limpiar los juguetes con frecuencia, así como las mesas, las tronas y otras superficies con las que los pequeños tengan especial contacto.
  
  También conviene ventilar las habitaciones y los espacios cerrados con regularidad.
  
  Estas medidas de higiene son importantes en casa, pero sobre todo en las escuelas. Especialmente, durante los meses epidémicos de cada invierno y si hay niños enfermos.  

• Evitar compartir ciertos objetos. En la escuela, es habitual que los niños compartan juguetes y materiales.
  
  Sin embargo, es importante evitar que compartan vasos, utensilios para comer, baberos o cepillos.
  
  También deberían utilizar siempre sus propias toallas, flotadores o juguetes de piscina para prevenir la aparición del molusco contagioso u otras infecciones víricas en la piel como las verrugas.

• Limitar el contacto con niños enfermos. Hay que evitar juntarse con otros niños cuando uno de ellos presente síntomas de una infección activa. Esto incluye, en la medida de lo posible, a los hermanos.
  
  Tampoco se debería regresar a la escuela infantil o el colegio hasta que se haya permanecido al menos 24 horas sin fiebre.

• No fumar. El tabaquismo pasivo es un factor de riesgo para las infecciones respiratorias en niños.
  
  Por eso es importante evitar que los más pequeños inhalen el humo de los cigarrillos de sus padres u otros familiares.

• Tener unos hábitos de higiene íntima correctos. La mayoría de cistitis en niñas suelen deberse a unos malos hábitos de higiene tras ir al baño. En concreto, limpiarse de atrás hacia delante después de una evacuación intestinal o hacerlo de forma inadecuada.
  
  Esto también las hace más propensas a otras afecciones genitales como la vulvovaginitis.
  
  Otras medidas para prevenir las infecciones de orina recurrentes son evitar los baños de espuma y los jabones perfumados – porque pueden irritar la uretra – beber abundante líquido, ir al baño con frecuencia, combatir el estreñimiento y utilizar ropa interior de algodón.

• Cambiar el pañal con frecuencia. Los pañales en los bebés y niños deben cambiarse, en la medida de lo posible, siempre que estén mojados o sucios.
  
  Esto no solo ayudará a prevenir la dermatitis del pañal, sino también las infecciones de orina.
  
  Si las heces permanecen en el área genital por mucho tiempo, las bacterias allí presentes pueden propagarse a la uretra y, de allí, a la vejiga.

Lavarse las manos con frecuencia, extremar las medidas de higiene y llevar un estilo de vida saludable puede ayudar a prevenir las infecciones recurrentes en los niños. 

• Mantener una alimentación saludable. La falta de apetito en los niños es relativamente frecuente y esto puede llevar a carencias nutricionales entre los más pequeños.
  
  El déficit de hierro es el más común, pero también se ha observado una creciente falta de vitamina D en los últimos años.
  
  La importancia del hierro en el sistema inmunitario es crucial. Por ello hay que asegurarse de que se están cubriendo las necesidades de hierro en la infancia ya sea solo con la alimentación o con la ayuda de suplementos.
  
  Por su parte, la falta de vitamina D en niños también se relaciona con repercusiones sobre el sistema inmune.
  
  Otros nutrientes claves para el buen funcionamiento del sistema inmunitario son la vitamina C, la vitamina E, la vitamina A, las vitaminas del grupo B, los flavonoides, el zinc y el selenio.

• Cuidar el descanso. Conseguir un sueño reparador es fundamental para que el sistema inmunitario funcione de forma óptima y evitar infecciones recurrentes.
  
  Además, la falta de sueño puede afectar la velocidad con la que los pequeños se recuperan en caso de enfermar.
  
  Por todo ello es tan importante poner en práctica los principales consejos para que los niños duerman bien. 

• Practicar deporte. En la medida que la edad lo permita, hay que incorporar la actividad física en la rutina de los niños. 
  
  Esto se debe a que, el ejercicio físico moderado, realizado de forma habitual, reduce el riesgo de sufrir infecciones, si se compara con el sedentarismo.

• Evitar el estrés. El estrés físico o emocional puede reducir la eficacia del sistema inmunológico y favorecer las infecciones de repetición.
  
  De este modo, es importante instaurar medidas protectoras ante el cansancio y el agotamiento (por ejemplo, por un exceso de práctica deportiva) o ante periodos exigentes intelectualmente (por ejemplo, en época de exámenes). 

• Mantenerse al día con las vacunas. La vacunación en la infancia es fundamental porque ayuda a proporcionarles inmunidad antes de que los niños estén expuestos a enfermedades.
  
  Vacunas como la de la gripe o el rotavirus no impiden el contagio ni su recurrencia, pero ayudan a reducir los síntomas y prevenir complicaciones graves.

• Favorecer la lactancia materna. La lactancia materna parece tener un efecto protector frente a las infecciones recurrentes en los niños, además de reducir la severidad de los síntomas.

• Reforzar las defensas naturalmente. Algunos suplementos y complementos naturales podrían ayudar a reducir las infecciones recurrentes en niños.
  
  Entre ellos, algunas cepas de probióticos (como los Lactobacillus), el própolis o la miel. 

• Tratar las patologías crónicas. Existen ciertas patologías que favorecen las infecciones de repetición entre los más pequeños.
  
  Entre ellas, el asma, el reflujo vesicoureteral (cuando hay un flujo anómalo de orina que hace que esta retroceda de la vejiga a los riñones), el reflujo gastroesofágico (cuando un músculo al final del esófago no se cierra adecuadamente) y las enfermedades neurológicas.
  
  El adecuado manejo de estas patologías también será fundamental para minimizar los episodios infecciosos.

A pesar de que las infecciones recurrentes suelen ser normales en niños sanos, hay que conocer las señales de alerta que pueden indicar la presencia de una inmunodeficiencia.

Principalmente, si estas infecciones afectan a la curva de peso, no responden al tratamiento, existen antecedentes familiares de consanguinidad o de enfermedades autoinmunes o se asocian a citopenias (número de células sanguíneas más bajas de lo normal) en las analíticas.

De ser así, hay que consultar con el médico y valorar la necesidad de realizar pruebas adicionales. 

También hay que recordar que existen enfermedades en los niños que precisan tratamientos inmunosupresores que favorecen las infecciones.